La mastectomía puede ser realizada por el cirujano general (senólogo), por el ginecólogo o por el cirujano plástico, pero siempre con unos criterios oncológicos adecuados.
Hoy se considera la mastectomía como el último recurso terapéutico. Por tanto, resulta indicada en cánceres de mama o en mujeres con alto riesgo de sufrir estos tumores, y no en el caso de una enfermedad fibroquística aislada sin riesgo de malignidad.
Los estudios realizados hace unos años cifraban en un 15 por ciento las mujeres mastectomizadas finalmente se decidían por la reconstrucción. Este bajo porcentaje se explica por la escasa información, y a veces mal orientada, que las pacientes recibían durante el tratamiento del cáncer de mama.
No obstante, en la actualidad, cada vez son más las mujeres que solicitan la reconstrucción mamaria gracias a que resulta más fácil encontrar información fiable al respecto.
Por regla general, el especialista permite ver a los pacientes su archivo de casos (anónimos) en el que se buscan fotografías de “antes y después” de la reconstrucción en pacientes con unas características corporales similares.
No obstante, hay que recordar que estas imágenes pueden dar una idea aproximada de los resultados de una reconstrucción, pero que cada paciente es físicamente diferente, experimenta de forma propia la evolución y el tratamiento del cáncer y sus tejidos también se comportan de una manera diferenciada.
Con la cirugía reconstructiva se busca el mejor resultado para el conjunto del pecho y de la figura de la mujer. Por eso, muchas veces se aconseja reducir las mamas, practicar una mastopexia (para dar a la mama un aspecto más joven) o, incluso, aumentar la otra mama. En cualquier caso, cuando se confía a manos expertas, este procedimiento se suele realizar en el mismo momento en que se realiza la reconstrucción para evitar someter a la paciente a nuevas cirugías en el futuro.
En el caso del DIEP generalmente sí, siempre que dispongamos de suficiente tejido en el abdomen.
No. Únicamente se puede llegar a utilizar como técnica para perfeccionar la remodelación de la nueva mama y, por tanto, en un tiempo posterior a la reconstrucción. Algunas veces también se puede utilizar para mejorar el contorno abdominal aunque la reconstrucción se haga con la técnica DIEP.
En principio sí. Muchas pacientes -debido a su agenda personal o profesional, a la necesidad de viajar para operarse…- son operadas mientras tienen la menstruación. En ese caso, hay que tener en cuenta los cambios hormonales que se producen en el organismo durante esa fase. Por otro lado, con frecuencia, el estrés y el nerviosismo natural ante la operación puede hacer que se adelante la menstruación.
Los riesgos comunes a las tres técnicas son: cambio de sensibilidad en la piel, cicatrización anómala y poco atractiva que puede precisar de corrección quirúrgica posterior, asimetría entre las mamas, y necrosis cutánea.
En los procedimientos que implican prótesis, resulta más difícil que los pechos se mantengan simétricos, ya que los cambios de peso propios del paso del tiempo causarán variaciones entre el pecho no reconstruido y el que lleva implante.
En la técnica de expansión tisular es posible que se produzca la extrusión del implante (del expansor o de la prótesis de silicona posterior) debido a la falta de una capa de tejido adecuada o a una infección. La extrusión o salida del implante a través de la piel precisa de una operación para extraerlo por completo. También puede darse intolerancia al material.
En la reconstrucción con el músculo dorsal ancho, latissimus dorsi, la recuperación puede ser lenta y, al sacrificar el músculo dorsal ancho, se puede dificultar la práctica de deportes o ejercicios físicos que requieran mover de forma activa e importante el brazo correspondiente. Además, puede existir necrosis del colgajo total o parcial. No obstante, la complicación más frecuente radica en la formación y acúmulo de líquido (seroma) estéril en la zona dadora (la espalda), que puede infectarse y/o provocar sufrimiento en la piel suprayacente, por lo que habrá que drenarlo cuantas veces sea necesario mediante una punción.
En cuanto al DIEP, los riesgos específicos son las posibles alteraciones en la sensibilidad abdominal, así como la cicatrización patológica del abdomen. Como riesgo más grave -aunque poco probable, menor del 1 por ciento, si se realiza un estudio adecuado- aparece la necrosis del tejido transplantado, con la pérdida parcial o total de la mama.
Además, las tres técnicas requerirán cirugía reconstructiva de la areola y del pezón. Y en este caso, los riesgos específicos de esta intervención son la alteración anómala de la cicatriz, la necrosis del pezón y la alteración de la pigmentación de la areola.
La recidiva o reaparición del cáncer depende del tipo de tumor, de su tamaño y del número de ganglios afectados. Por tanto, la reconstrucción no interfiere sobre el tipo del tratamiento, ni sobre su evolución, y no se ha visto que pueda retardar la detección de una recidiva.
No es preciso puesto que no hay tejido mamario. Si existen dudas de que haya quedado tejido mamario, siempre es posible realizarlas.
La reconstrucción de la areola y del pezón (Complejo Areola Pezón), así como cualquier otra modificación o perfeccionamiento en el tamaño o la forma de la mama reconstruida, debe realizarse cuando el tejido de la mama reconstruida se haya estabilizado en su nueva ubicación. Por tanto, el cuándo depende de la evolución y la recuperación de cada paciente, pero suele realizarse entre los cuatro y los seis meses después de la reconstrucción. El procedimiento se lleva a cabo de manera ambulatoria y mediante anestesia local.
En España se empieza a practicar en 1999 gracias al equipo pionero del doctor Jaume Masià, que desarrolló la técnica del DIEP en la Clínica Planas y en el Hospital de Sant Pau de Barcelona. Desde esa fecha, más de 150 cirujanos plásticos de catorce países diferentes han pasado períodos de formación con el doctor Masià para aprender este tipo de técnicas. A nivel mundial,el equipo del Dr. Robert Allen (USA) empezó a aplicarlo para reconstrucción mamaria en 1994.
Progresivamente la técnica del DIEP se va imponiendo en la mayoría de centros hospitalarios donde se realiza una cirugía plástica de calidad. A pesar de ello, la implantación resulta lenta debido a que esta técnica precisa de un aprendizaje largo y complejo por parte de los facultativos.
En la mayoría de centros especializados y de prestigio del mundo, esta intervención constituye la primera opción para reconstrucción mamaria. Ése es el caso de algunos de los hospitales europeos más reputados, como el Hospital Universitario de Gante (Bélgica) o el Canniesburn de Glasgow (Reino Unido), o de cirujanos plásticos norteamericanos como Robert Allen, Geoffrey Hallock o Peter Neligan.
Los implantes siempre pueden sufrir el fenómeno de encapsulamiento o contractura capsular que, según el grado que presente, requeriría retirar el implante porque estaría alterando la forma del pecho y/o generando molestias. Además, un pecho reconstruido con implantes no evoluciona a lo largo de la vida de la paciente como lo haría una mama reconstruida con tejido vivo, algo que sí sucede en el caso del DIEP. La mama reconstruida con tejido autólogo o propio de la paciente aumenta y disminuye de tamaño igual que lo hace el pecho normal: es decir, sigue las fluctuaciones corporales habituales que cualquier persona experimenta durante la vida.
También hay que tener presente que los implantes no constituyen una solución para toda la vida: como la mayoría de ellos sufren un cierto desgaste, se recomienda cambiar los implantes cada quince años. En cambio, el DIEP ofrece resultados duraderos, para siempre.
La mayoría de las pacientes dejan de tomar analgésicos a los tres o cuatro días después de la operación. Las molestias se derivan básicamente del hecho de no poder dormir boca abajo durante las primeras semanas del postoperatorio, así como de la tirantez abdominal inicial.
Sí, también se utiliza en la cirugía reconstructiva de numerosas patologías como, por ejemplo, el síndrome de Poland, cirugía de cabeza y cuello, reconstrucciones complejas tras la resección de tumores, para afrontar traumatismos importantes, etc.
La mayoría de mujeres mastectomizadas pueden ser candidatas apropiadas para realzarse un DIEP, que es una reconstrucción de la mama a partir de piel y tejido graso -nutrido por arterias y venas- que se obtienen del abdomen de la propia paciente. Sólo un cirujano plástico con experiencia en este tipo de intervenciones puede valorar si existe suficiente tejido abdominal disponible ya que, con frecuencia, el desconocimiento de esta técnica puede llevar a indicarla de forma incorrecta.
Virtualmente cualquier mujer es candidata a la reconstrucción de la mama mediante la técnica DIEP o, bien, mediante tejido cutáneo y graso de los glúteos (denominado SGAP). De hecho, la mayoría de las mujeres dispone de tejido suficiente en el abdomen como para reconstruir el pecho. Además, la mayoría de las cirugías realizadas previamente en el abdomen no impiden usar esta área del cuerpo.
Este tipo de reconstrucción mamaria puede realizarse en el mismo momento en que se realiza la cirugía conservadora de mama o la mastectomía (reconstrucción inmediata) o un tiempo después (reconstrucción mamaria diferida). Elegir uno u otro momento dependerá del tipo de tumor y de la indicación del oncólogo o del especialista, así como de la decisión que cada mujer tome al respecto. La edad no supone ninguna limitación, sólo el historial médico.
Se puede reconstruir la mama a cualquier edad. La mujer es libre de decidir si quiere vivir con o sin seno después de una mastectomía, con independencia de la edad que tenga. El deseo de reconstruirse el pecho puede, también, aparecer años después de realizada la mastectomía.
Dependen del tratamiento oncológico al que se ha sometido la paciente. En este sentido, se puede realizar la reconstrucción a partir de los seis meses de haber completado el tratamiento complementario de quimioterapia o después de un período de entre ocho y doce meses tras la radioterapia. Siempre se busca el momento idóneo teniendo en cuenta el bienestar de la paciente.
Sí. De hecho, el DIEP se recomienda en especial a las pacientes que han recibido radioterapia ya que, como esta cirugía aporta tejido sano vascularizado (con los vasos sanguíneos), mejora sustancialmente el área afectada por la radiación.
Entre ocho meses y un año. También se puede realizar una reconstrucción inmediata y recibir después radioterapia.
Sí. Cualquier persona con una reconstrucción previa mediante implante de silicona puede beneficiarse del DIEP. Se retira el implante y se transfiere el tejido abdominal con técnicas microquirúrgicas, de la misma manera que se haría en una paciente sin reconstrucción previa. Todo el proceso tiene lugar en un mismo tiempo o fase quirúrgica. De hecho, se obtienen resultados francamente espectaculares, que logran la naturalidad que las pacientes anhelan para su nueva mama.
Ninguno. El embarazo no se verá condicionado en ningún aspecto tras esta cirugía. La fisiología del pecho no operado se mantendrá igual. Durante el proceso de reconstrucción, el único tratamiento que puede alterar el embarazo es la medicación antihormonal prescrita por el oncólogo. Es a este profesional a quien hay que consultar las posibles dudas al respecto.
Existen únicamente dos contraindicaciones absolutas. La primera, ser una fumadora activa importante, por lo que la paciente que desee operarse con esta técnica deberá dejar de fumar durante un periodo mínimo de seis semanas antes de la intervención. Y la segunda, haber pasado por algún tipo de intervención quirúrgica previa en el abdomen que hubiese dañado la vascularización de la pared abdominal. Este segundo supuesto es muy poco frecuente, ya que la mayoría de las intervenciones abdominales (vesícula biliar, histerectomías, apendicitis…) no dañan los vasos abdominales.
Las pacientes deben dejar de fumar completamente seis semanas antes de la cirugía. Las sustancias que se absorben al fumar, en especial la nicotina, son extraordinariamente perjudiciales en este tipo de cirugía. La nicotina es una sustancia vasoactiva que hace que se cierren los vasos sanguíneos.
En resumen, el TRAM conlleva destruir musculatura de la pared abdominal, mientras que el DIEP sólo emplea la piel y grasa sobrante del abdomen. Por eso, el DIEP tiene todas las ventajas del TRAM pero, además, aporta el beneficio de que no lesiona la pared abdominal de la mujer. Por eso, el DIEP evita posibles problemas futuros de hernias, dolores e incapacidad física por debilidad abdominal. Además, la recuperación postoperatoria es más rápida, lo que implica menos días de estancia hospitalaria.
No puede realizarse un DIEP ya que el abdomen de la paciente ha sido alterado en el TRAM previo, pero sí existen numerosas técnicas alternativas para este tipo de paciente. Posiblemente una de las más adecuadas sería el SGAP de la región glútea.
Los vasos sanguíneos profundos presentan ramas vasculares que atraviesan, de profundo a superficial, la musculatura abdominal y, en última instancia, llegan al tejido adiposo y a la piel del abdomen. La técnica DIEP consiste en seguir estos vasos perforantes, pero desde la superficie hasta la profundidad y a través del músculo, con técnicas de microcirugía para respetar dicho músculo y su inervación (distribución de los nervios).
De esta manera se llega a los vasos profundos sin lesionar la pared abdominal. Los vasos profundos, en este caso los vasos epigástricos profundos inferiores, se disecarán junto a los vasos perforantes y al tejido de piel y grasa y, luego, se unirán a los vasos de igual diámetro en el tórax. Estos vasos profundos son totalmente prescindibles puesto que el resto de la vascularización profunda y superficial del cuerpo suplirá su carencia a la perfección.
Únicamente se transfiere piel y grasa abdominal, de forma que el abdomen de la paciente aparece igual que si se hubiera realizado una abdominoplastia correctora estética (para obtener un vientre más plano y firme). No se transfiere ningún tipo de estructura muscular.
No, sólo funcionaría si la otra persona fuera gemela idéntica y después de haber realizado un estudio genético previo. En Estados Unidos, el doctor Robert Allen, pionero en este tipo de reconstrucción, ha realizado alguna intervención de transferencia de tejido en gemelas para reconstruir la mama.
Tras la cirugía reconstructiva, la paciente será trasladada a la sala de observación postquirúrgica, aunque en la mayoría de los casos será conducida directamente a la habitación. Allí se puede instalar un procedimiento de control postoperatorio mientras la paciente está mejor atendida y acompañada de sus seres queridos. En la habitación permanecerá dos o tres días hasta que se le retiren todos los drenajes y, después, se le dará el alta hospitalaria. En una semana se realizará un control en la consulta del especialista.
En más de una cuarta parte de las pacienes (25 por ciento) se produce una reinervacion espontánea, es decir, se desarrollan terminaciones nerviosas sensitivas a nivel de la mama reconstruida. Para incrementar la calidad en la sensibilidad posterior de la mama reconstruida, se conecta -cuando técnicamente es posible- el cuarto nervio intercostal (nervio principal en la sensibilidad del pezón) a un nervio sensitivo del colgajo abdominal.
Los colgajos de perforantes siguen las variaciones de volumen del resto del cuerpo y, lo que es más importante, siguen un curso simétrico con la otra mama sana.
Existe la posibilidad de tener que revisar el colgajo en el quirófano en las 24-48 horas siguientes a la reconstrucción (5 por ciento) o de experimentar la pérdida del colgajo (1 por ciento). La causa más habitual de estas complicaciones suele ser un hematoma que comprime el vaso sanguíneo que nutre el tejido.
La incidencia de herniación en el DIEP es del 1 por ciento y en el TRAM del 8 al 30 or ciento a pesar de que se haya colocado una malla en el abdomen.
Se puede manifestar una mínima alteración sobre la musculatura abdominal.
Se necesitan unas seis semanas para que, primero, el conjunto adquiera un resultado estético aceptable. Después, a medida que pasen las semanas continuará la mejoría aunque no de forma tan aparente. Finalmente, no será hasta pasados seis u ocho meses cuando la nueva mama adquiera un aspecto natural.
A los dos meses de la reconstrucción pero sólo con protección solar extrema. Si no se usa esta protección extrema, hay que esperar un año.
Sí
El resultado final depende de cada piel, pero existen apósitos de silicona que, cuando se aplican sobre las cicatrices, mejoran su aspecto final mediante lo que conocemos como presoterapia. De igual forma, existen cosméticos, aceites y cremas que pueden favorecer ese proceso. Además, para que el color final de la cicatriz sea más claro y se confunda con la piel de alrededor, también pueden utilizarse técnicas con el láser.
En resumen, la compresión, la cosmética y el láser -empleados según la evolución de cada caso- proporcionan un muy buen resultado estético en la inmensa mayoría de los casos y logran que las cicatrices se estabilicen definitivamente en un año.
En algunos casos, las mujeres con un alto nivel de actividad física pueden reemprender su vida con normalidad a las tres semanas de darles el alta. Como no se altera la función de la musculatura, se puede llegar a practicar ejercicio físico intenso. Siempre resulta aconsejable realizar ejercicio físico de forma progresiva y con precaución.
Se puede dormir boca abajo a partir del mes, cuando la zona pectoral ya esté cicatrizada. De todas formas, el mismo cuerpo va marcando el ritmo de los movimientos durante el descanso nocturno.
A partir del primer mes.
El segundo día después de la intervención. Durante las primeras semanas hay que usar uno de tipo deportivo e, incluso, hay que dormir con ese sostén durante las dos o tres primeras semanas. Luego, durante un tiempo limitado, se puede empezar a utilizar otros modelos, pero sin aros ni costuras. Finalmente, ya se puede escoger y vestir la ropa interior que se prefiera.
Tres o cuatro semanas para viajes largos. En cambio, para trayectos cortos y no pesados, se puede viajar a partir de la semana de la cirugía.
Entre dos y tres semanas.
Se recomienda la ducha rápida, sin miedo a mojar las heridas.